RESGUARDANDO LA LUJURIA
Me deshojo impaciente, lo sé,
voy soltando pétalos de lirios,
allí, donde te espero
resguardando la lujuria.
Caen lentamente sobre la seda blanca
de mi lecho.
Allí se esconde la caricia,
la mueca de placeres incompletos,
el tenue dulce del pan sin levaduras.
Si, en silencio,
te aguardo temblando,
angustiada,
tierna,
tibia.
Rogándole a la vida
susurrar delicias en tu nuca,
lamer tu elixir conjugando verbos,
Y dejarte un poema
tatuado en la mirada.
Carmen Amaralis Vega
DESEANDO
Resbalo abierta,
cascada hirviendo,
agua de flor por tu espalda.
Me sumerjo
en los bordes de tus vértices,
furia de brisa con deseos.
Retorcido, escondes la boca delirante.
Ya no hay sorpresas que me confundan
ni alegrías que me envuelvan.
En la lejanía de mis noches
el calor de tus venas lacera mi carne.
Una sombra se burla de mis delirios.
Y sigo aquí,
deseándote,
carne y vino lujurioso,
mueca del destino
esperando,
deseando.
Carmen Amaralis Vega
RECLAMO DEL HASTÍO
El tiempo no se cambia,
se alarga impune.
Muriendo de hastío entre tus brazos voy.
Trato de palpar tu rostro,
delinear tus labios.
Olfateo en delirio los contornos de tu espalda, esperando florezcan en tu boca los besos.
Hastío en esa piel deseada,
añorando ese flujo vital que humedezca las grietas de la vida.
Me faltan las fuerzas para arar en tu mirada y se ilumine mi vida con la luz
que se quiere escapar de tu rostro.
Quizás si te toco por donde se escapa el deseo lograré sacarte del marasmo que nos cubre en esta endiablada intimidad mustia.
Te me escapas,
y el espejo refleja dos fantasmas distantes
que un día se amaron
con el delirio con que se aman los locos.
Carmen Amaralis Vega