LETANÍA EN RETROCESO
En un rincón azul duerme la vida,
diamante ensangrentado.
Herida por las manos del maltrato,
en almohadones de rubíes dolidos
duermen o se esconden los anónimos.
Saben que son grandes las heridas,
nadando en excrementos propios
causados por el látigo malvado.
Saltan voces crueles y enloquecidas,
vientres explotando de avaricia.
Maltratar a débiles es consigna.
Si fueran fuertes no se atreverían
a aplastar la inocencia del caído,
sepulcros blanqueados al sol son,
burlan al que sufre sin salida,
violadores de la mujer vencida.
dan patadas al cuerpo ya caído,
bestias sin conciencia,
lagartos en desidia.
Se escuchan gritos,
alaridos.
Pido perdón a Dios,
No por mis culpas, pido perdón a Dios
por los malvados,
los que acecinan sin importar pecados,
sin enterarse que llegarán los días,
negros días
en que todo se descubra
exponiendo las vendas del herido,
al jurado implacable del Divino
para que reine la bondad por siempre
sofocando con justicia a los malvados.
Carmen Amaralis Vega
AL INIFINITO SOLO HAY UN PASO
De aquí al infinito hay un paso.
Lo sé.
Basta escudriñar tu alma y encontrar la ruta.
Basta mirar ese abismo y esquivarlo.
Esquivar el lugar donde habita la melancolía,
Y seguir de frente.
Allí donde es fuerte la esperanza,
Y se hace leve este maldito dolor que me agobia.
Porque de aquí a tus brazos solo hay un paso,
Lo sé.
Paro la furia del viento me lo impide,
Impide que sea yo la que te escale
ciega y loca de amor.
Un torbellino fatal me guía,
Y vuelvo a errar.
Dejo pasar la ruta diamantina
Que se burla de mi pobre osadía.
Carmen Amaralis Vega
DESCABELLADO ERROR
Desperté, y me encontré en uno brazos tibios.
El sol brillaba impaciente.
Las rosas sudaban un rocío extraño
y un rumor de aves volando a mis pies.
Percibí el llanto de los querubines.
Desperté,
Mi rio dormido no quiere fluir
Sus aguas negras, estancadas,
reflejan la luna olorosa a nardos.
Nardos floreciendo en pasiones confusas,
cuerpos húmedos y rígidos
después de la larga faena de media noche.
Desperté horrorizada, arrepentida.
Terrible reconocer un descabellado error,
Y el recuerdo invadiendo tus entrañas.
Arrepentirse, ya no vale.
Carmen Amaralis Vega